Ruta urbana

 

Ruta urbana por las calles de Morata

La trama urbana de Morata y los edificios que la componen, son el contrapunto al gran edificio del palacio y la iglesia. La manera de disponer las calles y construir las casas evidencia una sabia manera de adaptarse al propio entorno y de aprovechar los recursos que puede proporcionar: una colina elevada ofrece una cima que garantizó la defensa y ofreció refugio a la población durante siglos, y también una ladera donde ubicar viviendas y corrales sin restar ni un ápice de terreno a la zona cultivable; un trazado sinuoso de las calles, con abundantes recodos y curvas, no sólo contribuye a facilitar esa defensa, sino que hábilmente protege a los viandantes del viento en invierno y del excesivo sol en verano; por su parte, tierra y piedra fueron trabajadas por manos pacientes y expertas, generación tras generación, para dar cobijo a las familias, en construcciones donde no caben los lujos pero sí hogares confortables y suficientes. La piedra se reservó para los fundamentos y zócalos sólidos que aislaran de la humedad, sirviendo de base a paredes de tapial, adobas y mampostería, bien trabadas y cubiertas de gruesos rollizos de madera sana, cuidadosamente elegida para que fuera perdurable. Los tejados, de teja árabe, por supuesto. 

Grandes portaladas, las más nobles en arco de medio punto hecho con ladrillo (se adivina que, en algún caso, en origen pudieron ser en arco de herradura), se combinan en las fachadas con ventanas diminutas que preservan el interior de las inclemencias del tiempo. En la parte trasera de la mayoría de ellas, sin embargo, se abren los solanares, útiles y agradables a la vez, orientados hacia la parte más luminosa y, generalmente, elevados sobre un corral que guardaba aperos de labranza, enseres de cada oficio y los imprescindibles animales de cría y de tiro. Cabe aventurar que la cal, por estos pagos, no cubrió los exteriores hasta hace pocos siglos, a juzgar por las construcciones tradicionales que se conservan de tiempos relativamente recientes, invariablemente lavadas con una fina capa de tierra en su color, bien alisada, cuya función era proteger de la erosión los bloques de adobe que formaban las paredes. La cal, en todo caso, se reservaba únicamente para blanquear puertas y ventanas.

Cuando la población se extendió hacia la parte baja y ocupó ambos lados de la vía carretera que hoy es calle Mayor, hizo su aparición el ladrillo de forma masiva. Esta expansión urbana se produjo ya en la Edad Moderna y en esa época se había impuesto ya, definitivamente, la arquitectura realizada con este material (que no deja de ser tierra, aunque cocida), al menos para las viviendas de las familias en mejor posición económica. También los balcones y las ventanas amplias caracterizan a las casas construidas en una época que había dejado la Edad Media atrás. En Morata, cabe suponer que influiría en el uso del ladrillo el modelo establecido por el palacio de los condes, con fachadas levantadas básicamente a base de este material; si bien hay que reconocer que, en correspondencia inversa, también el palacio asumió la tradición local a la  hora de disponer, en su parte baja, un grueso zócalo de piedra, muy útil como aislante de la humedad.

Esta calle Mayor desplazó el centro urbano de Morata desde la ladera del monte de Santa Bárbara hacia la zona llana y acabó por identificarse tanto con la villa que hasta hoy todavía se afirma, simplificando en exceso, que el urbanismo de Morata no es más que una calle muy prolongada que sigue el trazado de la carretera. Conviene adentrarse, sin embargo, en las callejuelas que ascienden hacia el cerro para empezar a averiguar algo más de la esencia de esta villa y de su personalidad.

Resulta delicioso pasear por las calles de Morata de Jalón.  Su principal vía es precisamente esa calle Mayor y el espacio más emblemático del municipio, la plaza del Palacio, cuyos límites marcan  las dos torres de ladrillo que se levantan a ambos lados de la misma, resaltando los dos poderes: el civil y el eclesiástico.

Las casas del callejón en el que termina la calle Costa, el antiguo lavadero de la calle Turquería o los vestigios de  la antigua fortaleza y las desaparecidas murallas son otras de las sorpresas que aguardan al visitante en Morata de Jalón. Paseando por sus calles encontraremos galerías de arquillos de clara herencia mudéjar, portadas en arco de medio punto de tradición islámica y detalles arquitectónicos de interés como llamadores o escudos que hacen de un paseo por Morata una auténtica delicia.

El recorrido

Proponemos empezar la ruta en la Plaza de España para dirigirnos por la Calle Costa y tomar el desvío por la calle Santa Bárbara hasta alcanzar la ermita del mismo nombre.

El regreso lo haremos por la Calle Costa para tomar la Calle Ramón y Cajal, Extramuros, tomar un desvío por la Calle Turquería para ver la Fuente del Portal y el Lavadero y volver por la Plaza del Portal y la Calle Mayor Alta hasta alcanzar de nuevo la Plaza de España.