Según los datos recabados por la Asociación de Cofradías, “la cofradía más antigua, la del Cristo Yacente, tiene su origen en la del Santísimo Sacramento del Altar o de Minerva, fundada en el año 1674. Los romanos que en la actualidad acompañan al paso de Cristo Yacente pertenecían anteriormente a la Cofradía del Santísimo, prueba evidente de que dicha cofradía existía desde tiempo inmemorial, ignorándose la fecha exacta de su fundación”.

La Semana Santa de Morata conserva otros elementos que la hacen única en la zona. A la antigüedad y tradición se suman la numerosa participación de sus vecinos. Además, las cofradías mantienen la participación de personajes del antiguo y nuevo testamento, como Isaac y Abraham, Moisés, las sibilas con estandartes y hebreas con palmas, Ruth, Marta, Rebeca, Judith, Ester, la madre de Moisés con el cestillo, la reina de Saba, la Samaritana, Verónica, la Magdalena… Esta tradición que la entronca con los autos sacramentales y las representaciones teatrales de la pasión, algo que según los expertos procedería de la tradición de la orden franciscana.

En la actualidad son seis las cofradías integradas dentro de la asociación (la Virgen Dolorosa, el Cristo Yacente, la de Jesús Nazareno, la Oración en el Huerto, la Piedad y el Cristo Crucificado), a las que hay que sumar la más antigua, la ya citada del Santísimo. Existen dos viacrucis: el de la noche del Jueves al Viernes Santo, al que solo acuden los hombres; y el de las 6 de la mañana del Viernes Santo, reservado a las mujeres. La última novedad que hace única a esta celebración es la creación en 1997 del Concurso de Coplas de Pasión, único en Aragón, que en la actualidad se celebra cada dos años.

La asociación de Cofradías se creó en 1991 para aunar esfuerzos y organizar la Semana Santa de Morata. En 2001 se integraron en la Hermandad Huecha Jalón, que agrupa a cofradías de las localidades de La Almunia de Doña Godina, Alpartir, Ainzón, Borja, Bulbuente, Almonacid de la Sierra y Morata.

La fiesta invernal de la localidad se celebra al inicio del mes de diciembre, teniendo su punto álgido el día 4 del mismo mes, día de la patrona de la localidad, Santa Bárbara.

Esta celebración se extiende durante los día previos y posteriores a esta fecha, en los que los vecinos de la localidad celebran diversos actos de índole festiva llenando así de jolgorio y alegría la localidad de Morata.

Entre los principales actos, destaca el encendido de una gran hogera en la Plaza de España, el día de la víspera de la Santa, en la que se ofrece a los vecinos una degustación de pastas y vino dulce. El día de Santa Bárbara, se concentran los actos de caracter religioso de las fiestas, entre los que destacan la misa en la Ermita de Santa Bárbara y su posterior procesión hasta la iglesia de Santa Ana con otro misa. Además, coincidiendo con el día de Todos los Santos, se conmemora esta fecha con la celebración de una misa en honor a los difuntos en la iglesia de Santa Ana.

Además, se celebran infinidad de actos de carácter lúdico para el disfrute de mayores y pequeños. Entre ellos destacan las salidas de los Cabezudos de la localidad, numerosos torneos de Guiñote, Mus o Futbolín o las Carreras Pedestres. Completan la programación numerosas actuaciones musicales y teatrales así como las clásicas verbenas y discomóviles.

Las fiestas mayores de Morata de Jalón se celebran cada año en honor a la Asunción de la Virgen y San Roque, en torno a los días 15 y 16 de agosto. Son unas fiestas populares en las que se reproducen los actos más tradicionales, entre los que destacan los religiosos, con las procesiones en torno a los patrones, y los lúdicos. En estos últimos no pueden faltar los festejos taurinos, que se celebran en la plaza portátil de la Plaza del Olivo y por las calles más céntricas. También hay actuaciones musicales, en las que brillan con luz propia los grupos locales, como la Banda de Música Santa Cecilia y el grupo de Jota. La salida de gigantes y cabezudos, las actividades en las peñas y la animación callejera garantizan unos días de diversión y convivencia en los que moratenses y forasteros conviven en armonía.